martes, 20 de marzo de 2012

¡Hola, mundo!

Cuando yo empecé a estudiar programación hace ya tantos años que parece mentira que existiesen ordenadores, el primer programa que te enseñaban a hacer era uno que conseguía hacer aparecer en la pantalla una frase idiota: "Hola, mundo", como si fuese un parto o algo similar. A veces llegué a pensar que esta frase pretendía dar importancia a un programa de tan solo dos o tres líneas y así animar a los estudiantes, pero pronto se me pasaba y me daba cuenta de que no era más que una tontería para que el profesor supiese que los alumnos que sonreían cuando veían aparecer la frasecita en la pantalla eran casi tan tontos como los que hacían algún tipo de comentario.
He de decir que con la repetición de la frasecita, lo único que quiero es hacer un pequeño e inmerecido homenaje a todos los idiotas que nos hicieron escribirla, y a todos los idiotas que la escribimos. No va a ser esto un blog de informática, dios me libre, porque aunque fue mi carrera y mi profesión, acabó por asquearme tanto que no quiero oír hablar de ella más que cuando a mí me de la gana, que para eso soy el que escribe aquí. Y no crean que abandonar mi profesión, aquélla para la que estudié tanto y durante tanto tiempo, ha resultado traumático: vivo meor desde que la dejé. Ahora tengo un despacho claro y un coche grande y oscuro, e incluso gente a quien mandar, algo que prefiero hacer por la mañana, porque las tardes son mejores para reflexionar, ver porno en el ordenador o hablar con los amigos.
Y como paso de lo políticamente correcto y aún sabiendo que hay personas que no pueden dedicar las tardes a la reflexión o el sexo virtual, no pienso dejar de decir que lo hago; de hecho seguro que hay quien dedica las tardes a pasear en su Lamborghini o al sexo oral, y que yo no lo haga no quiere decir que piense que es mejor que lo hagan pero no se lo digan a nadie: si te gusta que te lo coman en el Lambo y puedes permitírtelo no debes ocultarlo, de hecho es parte importante de esta sociedad el que otros hagan cosas que te dan envidia para que te creas que puedes conseguirlo y sigas haciendo el borrego mientras tanto.
Pero no quiero divagar. No sé cuán frecuentemente voy a actualizar esto, porque tengo síndrome de deficiencia de atención y, créanme, eso es un problema. Algún día les contaré lo del siquiatra que intentó tratármelo, es una bonita historia, casi como una chepa: mejor andar con ella que te la quite el tipo del serrucho.
Pero me voy, que tengo que recoger a mi señora.

Besos castos.

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