No cabe duda que la tecnología
ayuda, en ocasiones, a mejorar nuestro modo de vida e incluso nuestra vida en
sí. Esto sucede casi siempre cuando surge una alianza entre un invento y algo
bueno. En ese caso la tecnología, el invento, puede potenciar ese algo
bueno y hacerlo aún mejor, más extenso,
más elevado y desde luego mucho más popular por todos estos motivos. Pero
también funciona en el sentido contrario. Por ejemplo puede popularizar una
gran obra de arte, mas puede hacer que se extienda un bodrio infumable por
todas partes sin más control que el que quieran ejercer los mediocres que lo
estén contemplando, que no será mucho; algo así como “El Código Da Vinci” por
citar un caso reciente en que hordas de bachilleres fracasados creían de veras
haber encontrado el motivo de sus vidas.
Y a la sombra de esto están
agazapados un sinfín de seres vagos y cenicientos, incapaces de esforzarse lo
más mínimo, esperando la ocasión de presumir de doctos y cultos, tan vanidosos
que no comprenden cómo alguien que dedica su vida al estudio y la lectura y
cuya capacidad de comprender las cosas realmente hermosas aún duda de lo que
sabe mientras ellos, que no saben nada, presumen de conocimientos ante un
auditorio más mediocre que ellos mismos por imposible que pueda parecer.
Antes teníamos un filtro para
estos personajes: solo el hecho de tener que molestarse en buscar un libro y,
lo que es peor, leerlo, hacía que no se informasen y por tanto no tuviesen de
donde rascar una conversación tan idiota como pretenciosa. Y si de escribir
hablamos, ya ni lo intentaban. Pero ahora no, ahora basta con buscar en la “Wikipedia”
lo que se te ocurra o malamente recuerdes de cuando intentaron educarte y ya
eres sabio. Tan fácil como todo lo demás. Repite las noticias de la cadena de
televisión como un loro mediatizado pero no intentes tener un criterio, algo
que si ya es difícil de por sí, sin base es prácticamente imposible, pero qué
más da, puedes opinar de temas “importantes” mientras los políticos de turno te
meten la mano en el bolsillo y el dedo por el culo.
Ahora sí, puedes utilizar
términos que oíste en películas mediocres y cuyo significado desveló Internet
para ti, aunque ya no recuerdes exactamente cuál era. E incluso puedes escribir
tus comentarios en las redes sociales, llenando el “ciberespacio” de faltas de
ortografía y desastres gramaticales. Y no importa, porque la Wikipedia siempre estará
ahí, ayudándote a tapar tu mediocridad con una capa de miseria.
Es tan repugnante que iré ahora mismo a degustar un poco de chocolate.
Besos castos.
Besos castos.